La degeneración macular, cómo prevenirla y afrontarla a partir de los 50

Degeneración macular
En la imagen podemos ver una imagen de la degeneración macular

Con los años, uno de los principales problemas que sufre nuestra visión es la degeneración macular, una enfermedad que afecta a la retina, una capa que se encuentra en la parte posterior del globo ocular y que contiene células sensibles a la luz que nos permiten ver. Generalmente aparece con la edad y afecta a la visión central, provocando que las imágenes comiencen a aparecer borrosas y pueden aparecer manchas oscuras, que se hacen cada vez más grandes. Otros síntomas son las que las líneas rectas aparecen curvadas y distorsionadas y que los colores se perciben menos vívidos y oscuros.

Por este motivo, actividades como leer, escribir, conducir y demás, se vuelven muy complicadas, aunque la visión periférica permite hacer muchas de las actividades de la vida diaria. De hecho, la pérdida total de la visión es poco probable.

Suele afectar a partir de los 50 y hay dos tipos, húmeda y seca. La seca se produce en casi el 90% de los casos y se desarrolla gradualmente. El problema es que no hay tratamiento. La húmeda ocurre cuando se forman nuevos vasos sanguíneos debajo de la mácula que causan fugas de sangre y líquido. Es más grave y puede provocar una pérdida severa de la visión. También se desarrolla más rápidamente y requiere de un tratamiento inmediato.

Existen una serie de factores de riesgo que pueden predisponer a padecer la enfermedad, entre ellos la obesidad, la hipertensión, el tabaquismo o los antecedentes familiares. Uno de los grandes problemas es que muchas personas no se dan cuenta de que la tienen hasta las etapas posteriores, cuando comienza a ocurrir la pérdida de la visión.

El síntoma principal es el desenfoque de la visión central de la persona. De hecho, en el caso de la degeneración seca pueden no aparecer los síntomas hasta 10 años después del inicio, y más tiempo si afecta solo a un ojo. Por eso es importante estar atentos si se hace evidente la necesidad de una luz más brillante al leer textos escritos o impresos que aparecen borrosos, la recuperación lenta de la función visual después de la exposición a la luz brillante, la visión menos definida o la dificultad creciente para reconocer los rostros de las personas. Por ello, ante la aparición de los primeros síntomas, se debe consultar a un oftalmólogo para que examine la retina y la mácula.

Se recomiendan controles oculares regulares para detectar la degeneración macular antes de que comience la pérdida de visión. El tratamiento no puede restaurar la visión, pero puede retrasar la pérdida de visión. Es importante usar lentes, evitar leer textos con la letra muy pequeña, no pasar demasiado tiempo al ordenador y usar luces intensivas cuando se realizan actividades de lectura y escritura.

En cuanto a la prevención y el retraso de los síntomas, hay estudios que vinculan una serie de pautas alimenticias con beneficios en estos casos. Por ejemplo, ingerir cantidades pautadas de las vitaminas C, E, óxidos de zinc y cobre y luteína, así como incrementar las dosis de ácidos grasos omega-3, que se encuentran en los aceites de lino y pescado. Otros consejos son seguir una dieta equilibrada y adelgazar si se tiene sobrepeso, así como evitar el alcohol y el tabaco.

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