Los investigadores informan que han desarrollado una prótesis retiniana que podría restaurar una visión casi normal a personas que hayan quedado ciegas. Aunque de momento solo se haya ensayado en ratones
Los científicos crearon un sistema prostético lleno de chips de computadora que replican los «códigos de impulsos neurales» que el ojo usa para transmitir las señales lumínicas al cerebro.
La mayoría de los pacientes con enfermedades retinianas pierden las células fotorreceptoras que capturan la luz y la envían convertida en señales neurales al cerebro pero conservan el uso de las «células de salida» de la retina, llamadas células ganglionares, cuyo trabajo es precisamente enviar esos impulsos al cerebro. Por tanto, la meta sería activar esas células ganglionares usando un dispositivo que detecte la luz y que pueda producir las señales neurales críticas
Hasta ahora solo se había conseguido un ligero grado de estimulación ganglionar pero Sheila Nirenberg, profesora y neurocientífica computacional del departamento de fisiología y biofísica del Colegio Médico Weill de la Universidad de Cornell, en la ciudad de Nueva York teorizó que la estimulación sola no era suficiente si las señales neurales no eran réplicas exactas de las que el cerebro recibe de una retina sana
Así que lo que hicimos fue averiguar el código, el conjunto correcto de ecuaciones matemáticas», explicó Nirenberg. Y al incorporar el código en el chip mismo del dispositivo prostético, ella y Chethan Pandarinath (ex estudiante de postgrado de la Cornell que ahora lleva a cabo investigación postdoctoral en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford) generaron el tipo de impulsos eléctricos y lumínicos que el cerebro comprendía, usando también terapia genética para hipersensibilizar las células ganglionares de salida y hacer que emitieran el mensaje visual hacia la cadena de mando.
Al realizar las pruebas conductuales con ratones ciegos se administró una prótesis retiniana con el cogido a unos y a otros una prótesis que carecía del código en cuestión.
El resultado fue que al grupo con el código le fue dramáticamente mejor en el rastreo visual que al grupo sin el código, y los primeros pudieron distinguir imágenes casi tan bien como los ratones con retinas sanas.
«Ahora esperamos pasar a ensayos con humanos lo antes posible», apuntó Nirenberg. «Por supuesto, antes de hacerlo tenemos que llevar a cabo estudios estándares de seguridad. Lo único que diría es que pasarán cinco a siete años antes de que esto sea algo que pueda estar listo, en el mejor de los casos. Pero esperamos comenzar ensayos clínicos en uno o dos años».
Enlace al abstract en inglés en la Revista Proceedings of National Academy of Sciences: www.pnas.org