La retinopatía diabética es uno de los factores asociados a esta enfermedad que además favorece la aparición de cataratas y glaucoma. La prevención y tratamiento de la retinopatía es una necesidad para los enfermos de diabetes ya que es la causa más frecuente de ceguera en adultos de entre 20 y 75 años y hay que tener en cuenta que el riesgo de ceguera en diabéticos es de un 50 a un 80% mayor que en la población general.
Las etapas iniciales son las que se denominan retinopatía diabética “no proliferativa”, que a su vez se divide en leve, moderada y severa. “En el momento en el que aparecen neovasos retinianos pasa a denominarse retinopatía diabética proliferativa, que es la más grave de todas” explica Mercedes García Torre, médico especialista en Oftalmología de Hospital Infanta Elena de Valdemoro. La diabetes produce una alteración en el riego vascular retiniano que termina afectando a la visión ya que aumenta la permeabilidad vascular y se produce edema macular (la causa más frecuente de pérdida visual en diabéticos); igualmente si disminuye el riego en la zona macular aparece la isquemia macular; los neovasos tienen tendencia a sangrar y a producir hemorragia vítrea y la contracción de este tejido neovascular anómalo tracciona la retina y la desprende.
Con respecto al tratamiento, García torres apunta que “el edema macular se ataca con láser focal o con inyecciones de antiangiogénicos intravítreas aunque en ocasiones puede ser necesaria la cirugía, o vitrectomía, para eliminar tracciones maculares. La retinopatía diabética “no proliferativa” no requiere tratamiento, sólo controles periódicos mientras que la “proliferativa” se trata con láser argón realizando una panfotocoagulación”.
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Fuente: sermadridsur.com